martes, 15 de enero de 2013


LA POLÍTICA ITALIANA, UNA COSA “DIVERTENTE”.






Italia, con o sin crisis, es el país de la belleza, del arte superlativo, de los paisajes de ensueño, del campo generoso y productivo, de los sabores inolvidables, de tantas y tantas cosas buenas, que para resumirlo necesitaríamos varios años y páginas de descripciones.

Pero hay algo de la Italia que desde milenios mueve a su gente de una forma particular, la política. En Italia la política es una actividad profesional, posee un senado que desde la Roma de hace 2000 años atrás no ha cambiado sustantivamente. Éste se conforma por personas nombradas directamente por los líderes de los partidos y coaliciones de estos, y su elección se basa en favores del pasado, la popularidad en los medios, la afinidad política o de parentesco, los méritos deportivos, académicos, financieros, etc. Estos últimos, especialmente, también pasan a decorar de por vida las filas del parlamento vía nombramiento directo por el Presidente de la República, con facultades para ello. Así fue como ocurrió  con Mario Monti a fines del 2011, un académico vinculado a sectores financieros de Italia como de la Eurozona, que tras la forzosa renuncia de Berlusconi producto de la crisis económica europea, fue primero nombrado  senador vitalicio y, consecuentemente, por acuerdo del parlamento, primer ministro, conduciendo al país desde fines del 2011 hasta inicios del 2013.

Pero lo relevante de la política italiana es que si bien es seria, en tanto las decisiones de las cúpulas afectan a casi 60 millones de personas, también resulta amena y peculiar, e incluso para algunos pareciera ser un verdadero pasatiempo. Esto ha quedado demostrado a partir de la tradicional inscripción de logotipos de partidos (año 2013) ante el organismo correspondiente –una suerte de servicio electoral- y donde los votantes, al momento de la elección, deben reconocer aquel de su propio conglomerado o el de su preferencia. Pues, en dichos logotipos es posible encontrar literalmente de todo: asociaciones tradicionales como el Partido Democrático (PD), la Democracia Cristiana y la tradicional derecha encarnada en el mayoritario Popolo della Libertà (PDL); pero también otros partidos que con más o menos alegoría, creatividad, rabia e indiferencia, proponen a su turno una nueva visión para el país; reclaman por los impuestos; se clonan mutuamente para restarse votos; declaran autonomía en territorios; contienen creencias religiosas o las niegan; o, simplemente buscan darse a conocer o servir de panfleto. Algunos ejemplos de esta auténtica forma de expresión son:

Partidos independentistas:



 

 

 


Movimientos de descontento social:


 

 

 

 

 

 




Partidos con ideas religiosas o ateo:



 





La vedette de las elecciones 2013, el partido emergente “Movimiento 5 Stelle” del comediante Beppe Grillo y sus plagios o alcances de nombres no casuales al movimiento y su líder. 



 

 



Otros movimiento variopinto como los contradictorios “Yo no voto” y “Amnistía, Justicia y Libertad”; el poético, el feminista, el de homosexuales, la nueva Cicciolina, panfleteros,, de extranjeros en Italia, pro internet, el “Partido Pirata” y, el infaltable “bunga-bunga” que le gustaba practicar al Cavaliere.


 

 

 

 

 

 




A modo de corolario, dos precisiones: primero, ya no se necesita ser patricio para entrar en la política italiana; segundo, aunque la mayoría de los ciudadanos italianos aborrece la política y a los políticos, al menos queda claro que en ella también expresan su creatividad, depositan sus sueños, descargan su rabia y, por qué no, hasta se divierten.


1 comentario:

  1. Interesante aporte a la política Italiana, pero parece que en otras latitudes vamos hacia lo mismo, la política trasformada en un panfleto pero con muy pocas ideas de fondo.

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