miércoles, 10 de octubre de 2012

Italia: El largo y persistente ocaso de un imperio.

Italia: El largo y persistente ocaso de un imperio. Se asume en el consciente colectivo de todos los latinoamericanos que habitan en lo que se conoce como "Tercer Mundo", siendo por tanto, tercermundistas. Esta es una visión no sólo distorsionada, sino que de raíz colonialista, generada desde aquellas naciones que, como una suerte de competencia, desde siempre han sido asiduas a anexar territorios ignotos a sus propias naciones, ignorantes de las consecuencias dentro de los nuevos territorios y de sus propias gentes. Pero hoy día los tercermundistas exigen no solo reivindicaciones históricas, económicas, patrimoniales o territoriales; o, como por ejemplo, las ex-colonias africanas de los países europeos que lidian cada día con las olas interminables de inmigrantes. Es lo que ocurre con Italia cuando ve arribar cada día en Lampedusa embarcaciones atiborradas de norafricanos que llegan en busca de sus promesas rotas. Pero el mundo avanza Latinoamérica lo hace a pasos acelerados, en materia desarrollo político, social, económico, industrial y, especialmente tecnológico. Los invito a dar un paseo comparativo entre los que es hoy Chile e Italia, y veremos cómo un país antiquísimo como es el segundo, no necesariamente significa moderno. Política: En materia política, podríamos decir que Chile posee un Estado de Derecho en que difícilmente el derecho se usa en beneficio de particulares. Si, es cierto, existen grupos económicos que se apoyan en políticos que les benefician con proyectos de ley sobre cuotas de pesca, concesiones de salud o mineras, pero siempre existe la posibilidad de hacer oposición y presión para que se corrijan, cuando se puede, algunos vicios de este tipo. En Chile, un tribunal sanciona una materia y un presidente liberal promueve modificaciones a la Ley para que los tribunales no tengan injerencia sobre decisiones políticas; a la sazón, construir una represa o reformas al proceso penal. Esta es una práctica que, sin embargo, en Italia, es propia de un cuarto mundo. Un tribunal de la república, ha decretado en los últimos días la paralización de la segunda empresa siderúrgica europea, que de paso genera uno de los más altos focos de contaminación del hemisferio. Sin embargo, previéndose un incremento de la cesantía, acentuación de la crisis del trabajo y, por cierto un desastre social, el Gobierno central emite un decreto mediante el cual independientemente de la decisión judicial, la empresa puede seguir funcionando. Mismo modus operandi fue puesto en práctica hasta la saciedad por el gobierno de Berlusconi a propósito de sus innumerables procesos judiciales que no solo a él, sino que a muchos políticos les permite seguir practicando política. No es menor el dato que más del 10% de los parlamentarios italianos se encuentra condenado a más de dos años de cárcel con pena remitida pero, siguen sentados en el parlamento gracias a las sucesivas modificaciones a las leyes que les benefician. Otro aspecto de la política italiana y que explicaría en parte cómo es que se pueden caer gobiernos políticos para ser reemplazados por gobiernos técnicos, es el "dinamismo" del acto de gobernar. En Italia existe una suerte de improvisación gubernativa que pone lápidas a la gestión central y de los gobiernos locales. Para comprender este dinamismo de tipo improvisador, baste decir que en Italia no existen ministerios políticos predefinidos ni medianamente establecidos. En un reciente debate entre dos candidatos de un mismo conglomerado político se le preguntó a uno con cuantos ministerios gobernaría, respondiendo que con solo diez ministerios, que basta y sobra. Mientras, el otro candidato respondiendo la misma demanada señaló que no podría gobernar con menos de veinte ministerios. Esto, es Latinoamérica, no sucede ni sucedería a menos que hubiese una asamblea constituyente que cambiara tanto el régimen político como la composición del propio gobierno central. Algunos países lo han hecho, como Venezuela o Bolivia, pero que no han podido estar exentos de dificultades mayúsculas tanto internas como externas. Pues, en Italia a cada cambio de gobierno cambia el régimen político y administrativo de la nación. Es difícil imaginarse tanta inestabilidad, pero así es y sorprende el precario equilibrio en el que transcurre el devenir político de este antiguo país. Tecnología: Uno de los más sorprendentes déficits que presenta la Italia del 4° Mundo es, precisamente la brecha digital. Mientras en Chile uno podría, sin la menor sorpresa entrar a su cuenta bancaria por internet, transferir fondos a otro banco en línea, comprobar que instantáneamente se tiene la baja de uno y el depósito en el otro, hoy día en Italia esa misma instantánea operación tarda tres días. Le ocurrió a un cercano que quiso transferir fondos en línea desde un banco a otro y, le llegó un correo electrónico señalando que cuando se ejecute el depósito en el otro banco, se le notificará. Esperó y esperó el correo que no llegó. Vio su saldo en línea y ya no tenía registrado los fondos en la cuenta de origen; vio la cuenta de destino y tampoco estaban los fondos allí. Llamó telefónicamente al banco de origen para saber de la operación, pero le señalaron que esperara tres días a que le arribara el correo electrónico de confirmación de la operación. Tres días donde nadie podría decir a ciencia cierta donde está ese dinero salió de la cuenta. Convengamos que Italia es un país dinámico y a la vez productor de mucha investigación científica, pero se siente en el ambiente que el ciudadano medio en un analfabeto digital, que marcha aún en la era mecánica, donde los procesos productivos más valiosos son aún aquellos de tipo artesanal o de baja escala; "es que ese es nuestro valor agregado", señalan con orgullo. Donde se puede ver con amplia notoriedad esta falta de acceso a las TI en Italia es en las páginas web de cualquier mediana empresa, evidentemente precarias, poco llamativas, de principiantes. Falta capacitación, inversión en tecnologías aplicadas, digitalización de los procesos, especialmente en el área pública, donde aún es muy difícil y limitado realizar trámites vía internet, especialmente ante organismos estatales. Burocracia: Añadiendo algo de los organismos estatales, la piedra de tope para que Italia pueda salir airosa del subdesarrollo que vive, es la burocracia infinita que sustenta uno de los aparatos estatales más grandes y costosos del mundo. Italia tiene, per cápita, la mayor cantidad de autos fiscales del mundo; la mayor cantidad de oficinas estatales en desuso en el mundo, incluidos palacios, edificios, departamentos, casas y todo inmueble imaginable. En materia de salud, cada ciudadano cuenta con un médico de cabecera gratuito, pero que sólo sirve para que expida la orden para concurrir a un especialista, que se paga, y mucho, o para que ordene exámenes. Cuando uno asiste al especialista, dependiendo de la enfermedad, éste emite un diagnostico y prescribe un tratamiento. Entonces se debe volver al médico asignado por el Estado para que éste, y no el especialista, emita la receta con que irás a la farmacia. Aquí existen notablemente menos farmacias que en Chile, cosa que se agradece ya visualmente, pero no pocas veces cuando vas a pedir un remedio te dicen que deben solicitarlo -nadie te dice si a la bodega, al laboratorio o al vecino- pero lo concreto es que se debe ir al día siguiente a retirarlo. Mientras, te sigues enfermando. Hace poco tiempo el noticiario regional mostró con alegría el inicio de los trabajos que permitirán reacondicionar un molo portuario de cierta ciudad, poniendo fin a doce años de trámites desde que se autorizó la realización del proyecto. Si, como lee, doce años de trámites para el inicio de las faenas. Y es que dicen los candidatos a gobernantes que en materia burocrática son demasiados los niveles que se debe sortear antes de iniciar algo. En el plano social y laboral, por razones cercanas los empresarios son reacios a hacer contratos a su personal, o los contratos son precarios, de 15 días, de un mes, como mucho a seis meses, pero muy pocos contratan indefinidamente, porque la maquinaria burocrática e impositiva que se pone en práctica contra del empleador disipa cualquier posibilidad de que éste actúe conforme dicta tan solo el sentido común. Así las cosas, se desata una cadena de consecuencias negativas, especialmente para el empleado, que no logra niveles de estabilidad laboral y económicas mínimas. De hecho, en Italia, conforme los últimos reportes (2011) más del 11% de las personas son relativamente pobres, esto es, que son miembros de una familia de al menos dos personas que vive con ingresos que van entre los 785 y 827 euros en promedio; mientras, el 5,2% de la población es pobre en extremo, o sea, que logran mensualmente entre 528 y 784 euros. No sé si pueda resultar altanero o desubicado, pero si pudiera recomendarle algo al Gobierno italiano hoy, es mirar un poco más al Tercer Mundo para comenzar a hacer las cosas de modo que su gente no sienta que cada día se extravía el rumbo y se pierden las esperanzas de salir de una profunda y larga crisis, que como hemos visto no es solo económica, sino también social y de credibilidad en las personas y las instituciones.

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